Nuestro hombre by George Packer

Nuestro hombre by George Packer

autor:George Packer [Packer, George]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2020-03-01T00:00:00+00:00


VI

Hoy ha sido un pésimo día para el gobierno, con la caída de Goražde ante la impotencia de la administración[81]. La gama de propuestas que se han barajado parecía irrelevante, habida cuenta de la magnitud del problema. Son medidas a medias, que me traen a la mente las que se aplicaron durante la Operación Rolling Thunder en el norte de Vietnam. Simplemente, no están bien enfocadas. Deberíamos, o bien no hacer nada, o bien atacar con contundencia —cortando quizá todos los puentes sobre el Drina—, y dejar claro a los serbios que las cosas empeorarán si no echan el freno. Cualquier otra cosa es quedarse a medias y no funcionará, aunque a eso es a lo que parecía hoy que estábamos todos abocados. Hemos enfilado un rumbo peligroso, a mi parecer el que con más probabilidad nos conducirá al fracaso.

Le hice saber a Strobe que, en mi opinión, el gobierno no había hecho una a derechas en Bosnia. Heredamos un desastre y lo empeoramos. Propuse no tomar decisiones tácticas de un día para otro hasta que hubiéramos fijado un objetivo estratégico y calculado costes, averiguado si estos merecían la pena y si la opinión pública nos respaldaría. Parece sencillo, pero es justo lo que no hicimos en Vietnam y lo que ahora mismo estamos volviendo a no hacer con tantas idas y venidas.

Hablé con Gelb anoche, que me dijo que había tenido la peor conversación de su vida con Tony Lake, una competición de gritos de treinta minutos de duración que, lisa y llanamente, había arrasado con lo poco que quedaba en pie de su amistad. Le dije que había tardado, pero que era irremediable que terminase ocurriendo, y que, en cualquier caso, no me sorprendía nada de aquello, salvo la prolongada lealtad de que él había hecho gala. Le conté que después de Sandy Berger, sin el cual Tony jamás habría tenido la oportunidad de optar siquiera al puesto de consejero de Seguridad Nacional, Les había hecho más por Tony que nadie. En 1992, lo instruyó personalmente y le conminó a reposicionarse cara al público como moderado y no tanto como paloma, con respecto de Vietnam. Yo creo, en cambio, que Tony jamás ha hecho nada por Les, y ahora Les va a tener que afrontar el hecho de que su amistad estaba muy sesgada y que Tony ya no era su amigo. Es un trago muy amargo para Les, pero Tony ha aplicado la política de cortar amarras con todos sus amigos, uno a uno, porque no es capaz de controlar su ambición ni su competitividad. Estoy seguro de que cuando todo termine y Tony, que es una persona muy inteligente y dotada de un encanto considerable, se dé cuenta de lo que ha hecho, buscará la manera de enmendarse. Para entonces será tarde, tardísimo, y la factura, muy elevada.

Le dije a Les que todo ese asunto había dejado de importarme. Que el mayor error de Tony fue dejarme escapar —es decir, no bloquear mi nombramiento a cualquier cargo gubernamental—.



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